Roblón de Estalaya (Palencia): 500 años en media hora

Roblón de Estalaya (Palencia)

El Roblón de Estalaya es un monumento vivo, el vecino más viejo, con mucho, de la Montaña Palentina.

En el norte de Palencia, donde nace el Pisuerga, hay un roble albar antiquísimo, anterior a los Austrias y a la conquista de México, a la Biblia complutense y a santa Teresa. Ha sobrevivido al hacha que derribó a todos sus hermanos y a un incendio intencionado. Es como si los humanos, tan canijos y efímeros, le tuvieran envidia. Una senda conduce hasta él en sólo media hora.

Quienes afirman que el ser humano es el rey de la creación olvidan, ofuscados por la vanidad, que los árboles son cien veces más antiguos –periodo Carbonífero, 200 millones de años ha– y que, sin ellos, la vida sobre la Tierra, tal como la conocemos, no sería posible, elogio que no cabría hacer del ser humano sin provocar un pitorreo de proporciones galácticas. Comparado con el Roblón de Estalaya, el hombre es un alfeñique que se tiene en más porque piensa, pero ése es un cogito metafísico que lo único que demuestra es su jactancia, no su primacía en el orden natural.

Tiene el Roblón un tronco de 9,80 metros de circunferencia, para abrazar el cual harían falta seis hombres juntos, y su edad, calculada por los que saben calcular estas cosas, es de más de 500 años. De modo que, puestos a comparar, ya era un pimpollo en los días en que Miguel Ángel andaba pintando la Capilla Sixtina, Núñez de Balboa descubriendo el océano Pacífico y Copérnico observando desde su torre cómo nuestro planeta giraba alrededor del Sol y no al revés, por más que el ser humano se creyera (y se siga creyendo) el rey del mundo y el ombligo del universo.

Hace 50 años, el Roblón se libró de una tala en la que cayeron a su alrededor más de mil árboles maderables y viejos, no porque él no lo fuera, sino porque los hacheros consideraron que aquel gigante, tumbado, iba a estorbarles demasiado. Y hace 30 salió herido, pero con vida, de un fuego que se creyó que había sido originado por un rayo, hasta que se encontró en sus inmediaciones una lata de gasolina. Definitivamente, es un árbol a prueba de humanos.

Aunque está en el término de Estalaya, el Roblón tiene su acceso más bello desde el vecino pueblo de Vañes, a siete kilómetros largos de Cervera de Pisuerga por la carretera que sube al puerto de Piedrasluengas (CL-627). Recomendamos dejar el coche en el pueblo y avanzar unos 300 metros por la carretera, en dirección a Cervera, para desviarse a la izquierda por un camino rústico que va ganando suavemente altura y ofreciendo cada vez mejores vistas. Se ve Vañes, con su orla de prados y su iglesia cigüeñera. Y se ve, lamiendo casi las casas, el embalse de Requejada, donde se remansan las aguas del recién nacido Pisuerga y se reflejan las cumbres entre las que da sus primeros pasos. En diez minutos se entronca, antes de entrar en el robledal, con una senda muy bien acondicionada y señalizada con jalones de madera, la cual conduce en otros 20 (media hora, pues, o poco más, en total) hasta este árbol venerable que nos inspira la desazón de lo que es muy antiguo y nos obliga a sentir que nuestras vidas son como flor de un día. Una flor al lado de un roble.

Cómo llegar. Vañes está en el norte de Palencia, a 117 kilómetros de la capital y a 7,5 kilómetros de Cervera de Pisuerga subiendo por la carretera de Potes (CL-627). De Vañes, al Roblón, hay un camino fácil a pie de 2,2 kilómetros y 140 metros de desnivel. Hay que calcular media hora para subir, otra media para bajar y media más para paradas contemplativas. Comer y dormir. Parador de Cervera (Cervera de Pisuerga; 979 870 075): espectaculares vistas, buena cocina, trato cariñoso y precio razonable. Posada Fuentes Carrionas (Camasobres; 979 066 910 y 610 763 040): casona blasonada del siglo XVIII en un pueblecito del alto Pisuerga, con muebles de época, jardín, piscina, gimnasio, sauna y restaurante de cocina tradicional. Información. Turismo de Palencia: 979 706 523.

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4 respuestas a Roblón de Estalaya (Palencia): 500 años en media hora

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  2. Un relato bellísimo, Andrés. Eres de pluma certera. Una reflexión magistral que nos coloca en el lugar que tenemos en la Naturaleza.
    Bueno, ya viste la foto del ombú. Me gustan e impresionan los árboles singulares. Tomo nota de este roble de Estalaya para ir a verlo si me pierdo por esas geografías.

    Un abrazo.

  3. Antonio Rubio dijo:

    Me encuentro en Málaga, disfrutando de unos días de descanso, y me he tropezado con este hermoso, hermosísimo, relato sobre un bien natural de importancia singular que los palentinos tenemos el inmenso privilegio de disfrutar, pero también la obligación indiscutible de proteger. Ha sobrevivido al hacha y a la mano criminal que incendia bosques, pero – a lo que se ve – no se ve libre tan fácilmente de la insensatez humana. Gracias por haberme traído hasta este querido sur español el recuerdo de nuestro roblón de Estalaya, y por haberme proporcionado unos instantes de reflexión y de nostalgia del terruño.

  4. Armando dijo:

    He disfrutado la lectura, pero confieso que también con desconsuelo por no poder seguir esos caminos que describes con cariño.
    Un abrazo.

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