Descenso del Manzanares (Madrid): mi gozo, en una poza

Poza del Manzanares

El baño en esta pozas del curso alto del Manzanares compensa con creces el esfuerzo de la caminata.

Todos nos hemos burlado alguna vez del Manzanares, “arroyo aprendiz de río”. Pero él, que no es rencoroso, nos ofrece cada verano docenas de piscinas gratuitas, pozas donde el agua recién nacida brinca y burbujea entre los canchos pulidos de la Pedriza, en el municipio serrano de Manzanares el Real. Esto es un hidromasaje y no lo que muchos horteras tienen en su casa.

Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Tirso de Molina, Vélez de Guevara, el duque de Rivas… Larga es la lista de los que hicieron pedorreta al Manzanares, juzgándolo sólo por la mísera facha que mostraba al pasar por la capital, ya viejo y cansado, tras haber perdido casi todo su caudal en las chuponas arenas del llano. Incluido aquel abrasador ingenio de secano, Francisco de  Quevedo, que lo motejó de “arroyo aprendiz de río”: “Que trae más agua en un jarro, / cualquier cuartillo de vino”.

También se cuenta que Goya, como buen maño que era, solía presumir mucho del Ebro, y que cuando se pimplaba un chato sentado a la puerta de su villa en la Corte, dejaba el culín y se lo echaba al Manzanares diciendo: “Toma, a ver si creces”. La verdad es que si don Francisco, en lugar de quedarse chateando en la Quinta del Sordo, se hubiera tomado la molestia de pasear por el río hasta su curso alto, en el peñascal granítico de la Pedriza, en Manzanares el Real, lo habría descubierto abundante y brioso, con pozas de aguas límpidas y dimensiones más que generosas, en las que cabrían holgadamente él y los otros 13 que salen en el retrato de La familia de Carlos IV.

Pozas del Manzanares

En el paraje de los Chorros, el Manzanares forma docenas de cascadas y pozas idóneas para un baño solitario.

Caminando río arriba desde el aparcamiento más alto de la Pedriza, a siete kilómetros de Manzanares el Real, se llega en tres cuartos de hora a la archifamosa Charca Verde, una poza de 20 metros donde al agua adquiere un vivo color de elixir de clorofila al remansarse entre gigantescas lanchas de granito que sirven de solárium para la muchedumbre habitual de bañistas. Muy tranquilo, la verdad sea dicha, el lugar no es. Si lo que se busca es intimidad, hay que seguir remontando el Manzanares casi dos horas; de hacerlo así, hallaremos, justo por encima de las cascadas conocidas como los Chorros, un rosario de pozas solitarias asombradas por pinos silvestres de añosísima corpulencia, con vistas a la riscosa cuerda de las Milaneras. El Cielo debe de ser algo muy parecido.

Pero en los días más calurosos del verano, mejor opción que subir, es efectuar el descenso del Manzanares desde su nacimiento, cerca del puerto de Navacerrada, hasta los aparcamientos de la Pedriza: una bajada de 14 kilómetros y cinco horas de duración que vamos a describir a continuación con detalle. No es una excursión difícil, que se preste a muchos extravíos, pues la mayor parte del tiempo se va al lado del río. Pero hay que andar bastante. Y quien piense que hacerlo cuesta abajo no cansa, se equivoca.

Ventisquero de la Condesa

Una caseta cobija la fuente del Manzanares. Delante, el viejo muro de contención del Ventisquero de la Condesa.

Acompañar al Manzanares desde su cuna en la Bola del Mundo, a 2.268 metros de altura, hasta los aparcamientos de la Pedriza, 1.200 más abajo, es como descender por las escaleras de un edificio de 400 pisos, tres veces más alto que el mayor rascacielos de Chicago, pero sorteando piedras sueltas, arenas escurridizas, céspedes resbalosos y ramas zancadilleadoras. Tan inusual ejercicio hace que, el día después, al excursionista le duela desde la uña del dedo gordo hasta la última fibra de los glúteos, que no son dos músculos, por más que allá atrás haya dos evidentes protuberancias, sino –como descubre al sentarse, ¡ay!, ante un libro de anatomía– media docena, tres por nalga.

Otro inconveniente de esta excursión es que, para volver al punto de partida, no hay ascensor. Existe la posibilidad –si vamos con más gente– de dejar por la mañana un coche en los aparcamientos de la Pedriza y subir con otro al puerto de Navacerrada, que es donde se inicia la marcha, a fin de poder recuperar ambos al final de la misma y regresar a casa. La opción del transporte público puede parecer más simple, pero exige acorazarse de paciencia –¡dos horas en tren desde Atocha hasta el puerto de Navacerrada!– y alargar la ya dura caminata otra hora y media desde los aparcamientos de la Pedriza hasta Manzanares el Real, para coger aquí un autobús. ¡Uf!

Ovejas en el alto Manzanares

Rebaño en los pastizales del Ventisquero de la Condesa. Al fondo, el embalse de Santillana, en Manzanares.

Y otra pega de esta excursión, la última y mayor, es que crea adicción. Los cristales de ácido láctico, o lo que sea que aguijonea los músculos después de tamaño descenso, acaban desapareciendo, pero las agujetas de la nostalgia no. Piscinas, parques acuáticos y bañeras de hidromasaje pueden calmar esta ansiedad durante días, semanas e incluso un año entero, pero en cuanto agosto vuelve a blandir su espada de fuego, el mono del agua pura bullendo rumorosa en mil pozas de granito bajo los rascacielos de buitres de la Maliciosa y la Pedriza se torna demasiado acuciante y, sintiéndolo mucho por sus glúteos pequeños, medianos y mayores (seis en total), el excursionista decide volver.

Ese día, el excursionista se acerca al puerto de Navacerrada (en coche, en autobús, en tren o como sea) e inicia su andadura subiendo por la pista de cemento que, en cosa de una hora, le lleva hasta el repetidor de televisión de la Bola del Mundo, en el alto de las Guarramillas. Justo detrás, se abre la verde hondonada del Ventisquero de la Condesa, reconocible por el muro de contención con que antaño se favorecía la acumulación de nieve –origen del hielo que se consumía en los cafés y botillerías del Madrid decimonónico– y por la caseta que cobija la primera fuente del Manzanares.

Alto Manzanares

Primeros pasos del río niño. El aporte de numerosos arroyos le hará enseguida crecer y brincar de poza en poza.

Tras contemplar como Dios el caos granítico de la Pedriza y la calma plateada del embalse de Santillana, el excursionista emprende el descenso siguiendo un sendero que apenas se insinúa en el empinado cervunal, por la izquierda de este río-bebé que va creciendo a medida que se le unen otros regatos que bajan de la Maliciosa, Valdemartín y Cabezas de Hierro. Y así continúa, sin más compaña que el agua, la hierba y el sol, hasta que, a dos horas largas del inicio, alcanza la sombra de los primeros pinos y el puente de los Manchegos (1.700 metros), por el que una pista forestal procedente de los aparcamientos de la Pedriza cruza el todavía niño, pero ya crecidito, Manzanares.

El excursionista avanza por esta pista hacia la izquierda y, a los cien metros, se desvía por una senda que desciende a través del espeso brezal ribereño. Aquí el Manzanares burbujea cual jacuzzi al brincar de poza en poza, siendo ideales para el baño las que se presentan a las tres horas de marcha, bajo el dosel de unos viejos pinos albares, justo antes de que el río se despeñe en la gran cascada de los Chorros. A partir de este salto, la senda baja zigzagueando como un rayo, atraviesa el río por un puente de troncos y se topa de nuevo con la pista forestal, que vuelve a cruzar el Manzanares a 1.200 metros de altura. Van cuatro horas de camino. La quinta, y última, lleva al excursionista, otra vez por la margen izquierda, hasta los aparcamientos. Jalonan este trecho pozas tan famosas como la Charca Verde. Tan famosas, que ya son otra cosa: un baño de multitudes.

Los Chorros del Manzanares

Los Chorros del Manzanares. Por encima de esta cascada, se encuentran las pozas más bellas y solitarias.

Cómo llegar. Manzanares El Real dista 53 kilómetros de Madrid. Se va por la autovía de Colmenar Viejo (M-607), desviándose por la carretera M-609 en el kilómetro 35 y luego por la M-608 a la izquierda. Para llegar a los aparcamientos de la Pedriza, hay que salir de Manzanares hacia Cerceda y coger el primer desvío a mano derecha. Lo mejor, para hacer esta excursión, es dejar un coche en el aparcamiento más alto de la Pedriza y continuar con otro por la carretera M-608 hacia el puerto de Navacerrada, donde comienza la caminata. Comer. El Asador de Carmen (Manzanares el Real; 918 528 501): cordero, cabrito y cochinillo asados en horno de leña de encina; con vistas al río. Rincón del Alba (Manzanares El Real; 918 539 111): especialidad en mariscos y pescados a la plancha. Casa Goyo (Manzanares El Real; 918 539 484): cocina tradicional con productos de temporada. Dormir. Mirador La Maliciosa (Manzanares El Real; 654 32 01 91): casa de madera estilo suizo con restaurante especializado en marisco y caza. La Escala (Manzanares El Real; 600 450 741): coqueta casa rural con cuatro habitaciones, salón con chimenea y vistas a la Pedriza. La Pedriza (Manzanares El Real; 699 902 763): 11 habitaciones independientes con aire acondcionado, televisión y nevera en un chalé con piscina. Más información. Turismo de Manzanares El Real: 639 179 602 y 918 530 009. Centro de Educación Ambiental del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares: 918 539 978.

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10 respuestas a Descenso del Manzanares (Madrid): mi gozo, en una poza

  1. andrescampos dijo:

    No puedo sintonizar más con tu sentimiento, Javier. Es un lugar que, una vez que se conoce, se lleva en la sangre, un recuerdo feliz que uno desea que le sobreviva.

  2. Javier dijo:

    Desde hace 40 años, esa es nuestra ruta obligada cada año. Antes la bajábamos al inicio del verano con los peques, hoy sólo para recordar viejos tiempos. Espero que, algún día, la hagan mis nietos. Saludos.

  3. andrescampos dijo:

    Me alegro de que te guste la ruta, Guillermo. También es una de mis favoritas. Gracias por seguir mi trabajo. Un fuerte abrazo.

  4. Guillermo Amores dijo:

    Hola, Andrés. La ruta que describes con tu habitual forma de hacerlo, es también una de mis clásicas preferidas. Sigo tus publicaciones desde hace bastante tiempo y más de alguna idea me has dado. Un saludo.
    Guillermo Amores

  5. andrescampos dijo:

    Gracias a ti, Elvira. Sí, ve cuanto antes, porque es ahora cuando se puede disfrutar de un baño en el alto Manzanares. Luego el agua corta como una guadaña. Ja, ja, ja. Un abrazo.

  6. Elvira dijo:

    Hola, Andrés: después de ver la foto de los chorros en Facebook, he entrado para ver más y me ha maravillado la magnífica descripción del recorrido, invita a hacerlo lo antes posible. Además lo engrandeces con las referencias a las mofas de nuestros clásicos. Gracias por todo.

  7. andrescampos dijo:

    Muchas gracias, Sergio. Sí, mucha gente empezó a caminar por la sierra del Guadarrama siguiendo las rutas que yo publicaba los viernes en la sección de Madrid del diario El País, y que luego reuní en http://www.excursionesysenderismo.com. Más de 600 excursiones, que se dice pronto. Ahora estoy actualizando alguna de aquellas rutas con nuevas fotos e información práctica e incluyéndolas en mi blog de viajes, que espero que, con el tiempo, tenga tanto éxito como la página web de senderismo, que es líder absoluta de este campo en Internet. Ya el contador de visitas no da más de sí. Ja, ja, ja. Lo que acabo de decirle a Susan: si te ha gustado el blog, corre la voz, porque creo honestamente que hay pocos sitios de viajes hechos con tanto cariño. Todo lo que recomiendo, lo he visto con mis propios ojos y tocado y caminado y comido y bebido… Gracias de nuevo. Y un abrazo.

  8. SergioP dijo:

    Muy buen blog, !te felicito! :) Además me acabo de sorprender al descubrir que escribes en la misma web de la que empecé a sacar mis primeras rutas por Guadarrama cuando me empecé a aficionar al senderismo :D !Un abrazo!

  9. andrescampos dijo:

    Muchas gracias por tus amables palabras, Susan. En efecto, soy el autor de las rutas que aparecen en http://www.excursionesysenderismo.com. Y también conozco a Alfonso, con quien hice hace un par de años un viaje divertidísimo a Tenerife y espero poder volver a viajar en el futuro (en un futuro próximo, claro, no dentro de mil años, ja, ja, ja). Te animo a que sigas el blog y, si puedes hacer correr la voz de su existencia, pues miel sobre hojuelas, porque le estoy dando un empujón para que se haga un blog grande y se “gane la vida” de una vez por todas (ja, ja, ja). Un abrazo.

  10. Susan Béjar dijo:

    Me encanta como escribes, con ironía, con pasión y con un vocabulario riquísimo. ¿Eres la misma persona que escribe en excurisones y senderismo? Soy fan de esa web. Soy amiga de Alfonso Polvorinos, aunque hace mil años que no le veo, y he visto la foto de “mi gozo en una poza” y me ha divertido tanto que he seguido cotilleando. Bueno, que sigas gozando.
    Susan

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