1.LA SENDA DE LOS ELEFANTES. la archifamosa Senda de los Elefantes (así llamada porque todo el mundo sale trompa y a cuatro patas), que ya no durante las fiestas, sino cualquier fin de semana del año, es un magma de humanidad que fluye y refluye casi imperceptiblemente y que forma una costra sólida en las barras de los 58 bares que hay, donde el vino de Rioja (nadie pide otro, ni zumo de naranja) se sirve acompañado de pinchos morunos, matrimonios, champis, migas, embuchados, zapatillas de jamón, bombitas, orejas, morros, bravas, rotos, cojonudos, tíos Agus, zorropitos… Cada establecimiento tiene su pincho estrella y su idiosincrasia. Se puede investigar sobre el terreno, pero, con el follón que hay, es mejor llevar aprendida la lección, que para eso existe una página web oficial de la calle del Laurel: www.callelaurel.org.