La leyenda del Montón de Trigo (sierra de Guadarrama)

Montón de Trigo

Cuerda Larga, la Maliciosa, Siete Picos y el pinar de Valsaín, vistos desde la cumbre del Montón de Trigo.

La leyenda de un labrador tacaño que murió sepultado bajo toneladas de cereal ameniza la ascensión al Montón de Trigo, la cumbre cónica e icónica que se levanta al noroeste del puerto de la Fuenfría, dominando las montañas y los pinares más bellos de la sierra de Guadarrama.

Montón de Trigo es un hermoso nombre para una montaña. La idea de una pila de grano, de acaso un muelo de rubio trigo candeal, condice a las mil maravillas con la estampa de esta cónica mole de pedrejones que la trilla geológica fue separando del haz de la Tierra y amontonando, granito a granito, hasta alcanzar los 2.155 metros de altura, junto al puerto de la Fuenfría. Montón de Trigo nos habla, además, de un tiempo en que la sierra de Guadarrama aún sesteaba en el limbo de la autarquía, y en sus laderas menos pendientes cultivábanse grandes parcelas con cereal: eran las suertes o quiñones, que hoy yacen sepultados bajo los embalses, las urbanizaciones, los pinares de repoblación y las boñigas de la ganadería extensiva.

Tener una altura respetable, una silueta icónica y un nombre sugerente está muy bien, pero una montaña necesita algo más para destacar sobre el resto. Necesita una leyenda. (Una montaña de roca pelada y sin leyenda es una escalera). De ahí que Francisco Acaso, el último bardo de Cercedilla, fabricase hace un cuarto de siglo una conseja inspirada en la sospecha de que esta insólita cúspide del Guadarrama (un conoide perfecto) no pudo haber sido producto del azar y mucho menos del albedrío humano, sino de una voluntad sobrenatural.

Hace muchos años, en la misma fecha imprecisa de todas las consejas, cuenta Francisco que vivía en esta serranía un rico labrador que, dotado de un perverso instinto y por el uso de los más viles procedimientos, habíase convertido en el amo del pueblo y sus contornos. Sobre ruin era soberbio, y no sintiéndose satisfecho de su suerte, que aquel verano le había deparado una ubérrima cosecha, el hacendado concibió la arrogancia de exponer su inmensa fortuna cereal en la Fuenfría, torpe idea que llevó a efecto subiendo carretadas y carretadas de grano hasta lo alto del puerto.

Calzada romana

Señal de la calzada romana y tramo empedrado de la misma en Las Dehesas, no más iniciarse la ascensión.

Una nueva montaña (¡montaña de trigo!) descollaba entre Siete Picos y la Mujer Muerta, cuando dos pordioseros aparecieron por la calzada romana procedentes de Segovia. Previsiblemente, los menesterosos pidieron por gracia que se les permitiera llenar de trigo sus zurrones. Previsiblemente, el tacaño se lo negó. Previsiblemente, Dios había de fulminarlo. Y así es como, según el cuento, el Montón de Trigo se hizo piedra, engullendo en su horrísona germinación al pobre rico, que no vivió para lamentarlo.

Por la misma calzada que subieron los pordioseros, pero tomándola por el lado madrileño, en Cercedilla, el excursionista seguirá la vía de ascenso más bella y directa al Montón de Trigo. Desde el área recreativa de Las Dehesas, solo hay que rastrear monte arriba las señales que marcan este camino milenario (círculos de pintura verde pintados sobre los pinos y artísticos paneles de acero corten con la inscripción: “VÍA XXIV”) para plantarse en el puerto de la Fuenfría tras una horita de marcha. También se puede seguir la calzada borbónica, que coincide en varios puntos con la anterior y está señalizada con círculos blancos. Da lo mismo.

Una vez en el puerto de la Fuenfría, la silueta puntiaguda del Montón de Trigo, esa escombrera de titanes que se alza al noroeste, guiará al caminante durante lo que resta de jornada. Para alcanzar su objetivo, el excursionista deberá trepar a mano izquierda por la ladera del cerro Minguete (2.023 metros), girar casi en la cima hacia el norte por un breve collado y atacar el repecho final del Montón de Trigo (bien señalizado con hitos, como los anteriores senderos) hasta coronar la cónica cumbre al cumplirse dos horas y media de marcha.

La sierra de la Mujer Muerta (a poniente) y la afilada crestería de Siete Picos (a naciente) son las alturas vecinas que se contemplan desde este señero pedregal. Los valles de la Fuenfría y del río Moros (al sur y al suroeste, respectivamente) y los pinares de la Acebeda y de Valsaín (al norte y al noreste) acercan sus arroyos como dedos trémulos hasta la base de este túmulo que una fuerza inhumana plantó sobre el Guadarrama antes de que los hombres inventáramos a los dioses. Al norte, toda Segovia. Al sur, todo Madrid.

Montón Trigo

Vista hacia el suroeste desde el Montón de Trigo: la Peña del Águila, la Peñota y el pinar del valle del río Moros.

Cómo llegar. Cercedilla dista 60 kilómetros de Madrid. Se va por la A-6 hasta Guadarrama (salida 47), por la M-622 hasta la estación de Cercedilla y por la carretera de las Dehesas (M-966) hasta el área recreativa de Las Dehesas, donde comienza la ruta a pie. Datos de la ruta. Marcha de 14 kilómetros (incluida la vuelta por el mismo camino) y una duración de 4-5 horas, con un desnivel acumulado de 800 metros. Dificultad: media-alta (alta en invierno, pues la acumulación de nieve y hielo complica bastante la progresión, haciendo imprescindible el uso de raquetas y crampones). Comer. Los Frutales (Cercedilla; 918 520 244): el mejor restaurante del valle de la Fuenfría, con bonito jardín junto al río y vivero de truchas. Yeyu (Cercedilla; 918 521 717): restaurante de montaje moderno en la misma calle mayor de la localidad, sobresaliente en escabeches y carnes; también buena barra para picar. El Montón de Trigo (Cercedilla; 918 521 509): bar y restaurante de ambiente distendido, donde hay que probar los huevos estrellados con jamón, el entrecot de carne del Guadarrama y la tarta de queso casera; en verano, tomates del huerto y, en otoño, Boletus. Dormir. Las Rozuelas (Cercedilla; 629 829 288): casa de piedra y madera con ocho habitaciones, todas diferentes, y decorada con obras de arte. Peña Pintada (Cercedilla; 618 436 935 y 654 153 197): caserón del siglo XIX al lado de la estación de tren, idóneo para hacer excursiones por el valle de la Fuenfría. Luces del Poniente (Cercedilla; 918 525 587): hotelito de decoración moderna, con piscina climatizada y atardeceres de ensueño. Casona de Navalmedio (Cercedilla; 628 904 713): elegante hotel rural en un paraje apartado, con restaurante y vistas espectaculares. Más información. En el Centro de Visitantes Valle de la Fuenfría (918 522 213), que está en el kilómetro 2 de la carretera de Las Dehesas, muy cerca del inicio de la ruta.

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