Utrecht, la más vieja y la más joven de Holanda

Bicicleta con niños en Utrecht (Holanda)

Más de la mitad de la población de esta ciudad holandesa tendrá menos de 30 años en 2018.

Es la urbe más antigua de Holanda, de orígenes romanos, y la más joven, pues casi la mitad de los residentes son alumnos de su universidad. Además es una de las mejores ciudades del mundo para moverse en bici (mejor que Amsterdam). Carillones y organillos. Puestos de flores y canales llenos de vida. La casa del único papa holandés y una catedral partida por un tornado.

Debemos confesar que, hasta el otro día, Utrecht no era para nosotros más que un lugar impreciso de los Países Bajos donde se firmó en 1713 el tratado de paz del mismo nombre, por el que España perdió, entre otras cosas, Gibraltar. Pero hete aquí que, después de coger un tren que tarda sólo media hora desde el aeropuerto de Amsterdam, nos plantamos en Utrejt (así se pronuncia) y descubrimos estupefactos, por nuestra incultura y porque no es para menos, la que es la cuarta ciudad más grande del país (312.000 habitantes) y la que tiene la mayor universidad y la población más joven, a tal extremo que, en 2018, más de la mitad de los utrechinos tendrá menos de 30 años.

Es la ciudad más joven y, al mismo tiempo, la más vieja, con una antigüedad de casi 2.000 años, pues fue en 47 después de Cristo cuando los romanos se asentaron en ella para asegurar el confín septentrional de sus dominios a lo largo del Rin. Una ciudad que, ya en tiempos medievales, creció hasta convertirse en una potencia religiosa, con templos a patás, y también comercial, con un ingenioso complejo de canales, muelles y almacenes que, aún hoy, sigue siendo su rasgo físico más característico y cumpliendo una destacada misión, la de entretener a los turistas. En el siglo XVI, era la urbe más importante del país, la orgullosa madre de Adrian Florensz, más conocido como Adriano de Utrecht, que fue, por este orden, maestro del futuro emperador Carlos V, obispo de Tortosa, inquisidor general de Aragón y de Castilla, cardenal, regente de España y papa número 218, primero y último de origen holandés. Detrás de la catedral, en Pausdam, se halla Paushuize, la Casa del Papa, una hermosa mansión renacentista que ordenó construir pensando en su jubilación mientras estaba en España, sin sospechar que no volvería a pisar su ciudad natal. No lo vio venir. Ni siquiera asistió al cónclave que lo eligió. Murió dos años después en el Vaticano, dicen que envenenado.

Paseo en barco por el Canal Viejo de Utrecht (Holanda)

Oudegracht, el Viejo Canal, es la principal arteria de la ciudad antigua y su mayor atracción turística.

Cinco años antes de que Adriano ocupara el solio pontificio, en 1517, se puso la última piedra de la catedral de Utrecht, que se levantaba (y, lo que queda de ella, aún se levanta) donde los romanos habían plantado su fuerte, el Castellum Trajectum. Sea por falta de dinero, comprensible después de dos siglos y medio de obras, o de pericia de los constructores, disculpable al tener que trabajar en un estilo (el gótico) ya casi olvidado, la nave principal se terminó de mala manera, como quedó demostrado cuando un tornado la derribó en 1674, dejando la catedral tal como ahora la vemos, seccionada como por una gigantesca espada láser: a un lado, la cabecera y el transepto, que hoy sirven de templo; en medio, donde estaba la nave, una plaza arbolada; y al otro extremo, la solitaria torre, que así, separada del resto, parece más espigada de lo que ya es. Con sus 112 metros, la torre de iglesia más alta de Holanda es una referencia visual de primer orden, como también lo es auditiva, gracias a su carillón de 50 campanas, y gimnástica, pues después de subir y bajar sus 465 escalones uno puede zamparse con total tranquilidad una fuente de patatas fritas con mayonesa, a las que tan aficionados son en estas poco refinadas (gastronómicamente hablando) latitudes.

A pocos pasos de la torre, fluyen las aguas verdes del Oudegracht (el Viejo Canal), la principal arteria de la ciudad antigua, por la que van y vienen los forasteros en barcos panorámicos (hay dos empresas, Rederij Schuttevaer y Rederij De Ster), lanchas con motor eléctrico, pédalos e incluso góndolas. Los nativos también utilizan el canal para pescar, para celebrar guateques flotantes o para zambullirse en calzoncillos en plena borrachera, como los españoles las piscinas. A uno y otro lado de esta Gran Vía acuática se suceden las tiendas de moda, los restaurantes, los cines, los coffee-shops y los bares de copas con sus terrazas macizadas de fumadores. El día D en Oudegracht es el sábado, cuando una multitud densa como el plomo desembarca en sus orillas y pugna por abrirse paso, a pie o (rizando el rizo) en bicicleta, entre los tenderetes del mercado de flores, cuyos vendedores se desgañitan pregonando rosas y tulipanes bajo la atronadora lluvia musical de los organillos callejeros, que aquí son grandes y potentes como orquestas sinfónicas, si no más.

Bicis y cervecería en Utrecht (Holanda).

Bicicletas en la plaza de la Catedral y uno de los muchos bares de copas de la ciudad vieja de Utrecht.

Si el estrépito de los organillos no nos hace sangrar los oídos y todavía queremos más, podemos acercarnos al Museo Speelklok, una antigua iglesia gótica donde se reúnen en asamblea nada santa, sino muy bulliciosa y verbenera, máquinas cantarinas de hasta 600 años de edad: carillones, cajas de música, flötenuhren (relojes musicales de viento), pianolas, cucos, orquestriones y órganos callejeros, de feria y de salón de baile, tremendos estos últimos, capaces de eclipsar con su estruendo a una banda heavy. Otros museos curiosos de la ciudad son el Catharijneconvent, que está dedicado a la historia del cristianismo en Holanda y es el único del mundo de asunto religioso que muestra barajadas obras protestantes y católicas; y la Casa Rietveld-Schröder, icono del movimiento De Stijl, que es como un cuadro de Mondrian, pero en tres dimensiones.

A estas atracciones diurnas, hay que añadir las nocturnas, ésas que ofrece toda ciudad universitaria que se precie, más una propia y de reciente creación que, a pesar de la nocturnidad, es apta para todos los públicos. Se trata de Trajectum Lumen, una ruta señalizada que permite recorrer a pie la ciudad vieja siguiendo los destellos y reverberaciones de 14 instalaciones artísticas luminosas, todas ellas situadas en lugares significativos. Lugares como la catedral, alrededor de la cual una línea verde neblinosa recuerda el trazado de las antiguas murallas romanas; o como el túnel de Ganzenmarkt, que, iluminado con leds de variados y cambiantes colores, nos transporta a los muelles abigarrados y fragorosos donde se descargaban los barcos de la próspera Utrecht medieval.

Túnel de Ganzenmarkt, en Utrecht (Holanda).

Iluminación artística en el túnel de Ganzenmarkt, una de las 14 estaciones de la ruta Trajectum Lumen.

Cómo llegar. En el mismo aeropuerto de Amsterdam se cogen los trenes que llevan en 33 minutos a Utrecht. Dormir. Apollo (Vredenburg, 14; 00 31 (0) 30 2331232): hotel muy céntrico, en el punto donde se inicia la ruta Trajectum Lumen, con buen buffet para desayunar. Comer. Stadskasteel Oudaen (Oudegracht, 99; 00 31 (0) 30 2311864): casa-torre medieval con fábrica de cerveza y amplios salones en los que se puede comer desde un sándwich hasta un menú de seis platos. Winkel Van Sinkel (Oudegracht, 158; 00 31 (0) 30 2303030): pasta, hamburguesas y brochetas de pollo en un café-restaurante-sala de conciertos con impactante decoración, frente al Viejo Canal. Rechtbank (Korte Nieuwstraat, 21; 00 31 (0) 30 233 0030): ambiente refinado y buena cocina, pero muy, muy, muy slow. Más información. Turismo de Holanda.

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6 respuestas a Utrecht, la más vieja y la más joven de Holanda

  1. Me parece estupendo… Te seguiré a partir de ahora.

  2. Enhorabuena. Hace mucho tiempo no disfrutaba tanto un post… Lo que más me duele de no haber podido acompañaros en este viaje fue no haberte conocido. Un abrazo y ¡chapeau!

  3. Disfrutar viajando y haciendo buenas fotos, doble placer y regalo para los lectores. Enhorabuena.

  4. Inma dijo:

    Y además de dejarnos sin palabras, sigues poniéndonos los dientes largos. Y no ya por el fin de semana, que también, sino por esa rubia e insultante juventud que puebla los últimos días transitables en esas latitudes que deberíamos presumir mucho más luteranas (o calvinistas, vaya usted a saber). Cabe consolarse disfrutando de una veteada alternativa ibérica a las patatas con mahonesa.

  5. Maria Luisa Kaiser Carril dijo:

    Hola Andrés, siempre es un gusto encontar un nuevo artículo en mi blog favorito (El viajero – digital), en ésta ocasión, Utrecht, sin duda, un destino muy atractivo. Y qué decir de la espléndida selección fotográfica, tienes una profesión envidiable!. Recibe un fuerte abrazo.

  6. ESTHER Rodríguez (bella durmiente) dijo:

    Sublime!!!! Sin palabras me has dejado… que para una periodista, es algo grave…je, je…. Espectaculares las notas de ingenio y el toque humorístico. Muy visual, parece que dibujes con palabras… y las fotos, por supuesto, se salen…! Un placer compartir contigo esta experiencia holandesa.

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