Gatos viajeros (III): Jonesy, el noveno pasajero

Jonesy y Ripley

La teniente Ellen Ripley (Sigourney Weaver), con el gato Jonesy, el auténtico protagonista de 'Alien' (1979).

El territorio de un gato abarca un área de entre 25 metros y cuatro kilómetros de radio. ¿Qué hace, pues, un minino terrícola en el sistema extrasolar Zeta II Reticuli? Nuestra opinión es que nada en absoluto, pero esto habría que preguntárselo a los guionistas de Alien, la magna película de terror y ciencia ficción dirigida por Ridley Scott y estrenada en 1979. En esta tercera entrega de Gatos viajeros, recordamos la odisea espacial de Jonesy, el único pasajero de la nave Nostromo que miró a la cara de la bestia extraterrestre y vivió para contarlo. O para maullarlo.

Repasando la apasionante (y aún no contada como se merece) odisea de los animales en el espacio, nos ha sorprendido la escasísima cantidad de gatos que han viajado fuera de la atmósfera terrestre, frente al número alarmantemente alto de individuos de otras especies que lo han hecho: monos, perros, ardillas, conejillos de indias, ratas, ratones, tortugas, ranas, gallipatos, peces, gambas, escorpiones, arañas, escarabajos de la harina, abejorros carpinteros, hormigas, moscas de la fruta, gusanos de seda, cucarachas silbantes de Madagascar e incluso frijoles saltarines mexicanos, que son unas semillas con larvas vivas de las polillas Cydia deshaisiana en su interior. Que sepamos, solo Francia ha depositado su confianza en estos animales al lanzar al espacio a la gata Félicette el 18 de octubre de 1963 y a otro héroe felino anónimo que murió en acto de servicio seis días después, algo, dicho sea de paso, que ocurre con frecuencia cuando se mete en una cápsula a inocentes irracionales en vez de a seres humanos con contratos, seguros de accidentes y abogados.

Las razones de este vacío gatuno (no absoluto, pero casi) pueden ser las siguientes: a) que las fuentes que hemos consultado no sean muy fiables; b) que los gatos resulten poco útiles en condiciones de ingravidez, lo cual parece deducirse de los experimentos realizados por las fuerzas aéreas estadounidenses en vuelos Zero-G, en los que los mininos bracean y mueven el rabo frenéticamente en un intento tan desesperado como infructuoso de permanecer panza abajo y caer de pie; c) que bastante odisea es ya llevar al gato al veterinario; d) a y b; e) a y c; f) a, b y c.

Aparte de los susodichos chats, los únicos gatos astronautas de los que tenemos noticia son los de ficción. Como Spot, la mascota del androide Data, que sale en cuatro capítulos de la serie de televisión Star Trek: la nueva generación (1987-1994) y en dos películas de la misma franquicia: Star Trek VII: la próxima generación (1994) y Star Trek X: Némesis (2002). En el primer capítulo en que aparece, Spot es un bonito ejemplar de raza somalí, pero luego, sin explicación alguna, aparece transformado en un gato común, metamorfosis que los autores de The Star Trek Encyclopedia, incapaces de aceptar una negligencia de los dioses que han creado su adorado universo, atribuyen a una mutación accidental acaecida durante un viaje en el teletransportador. Aunque para mutaciones, la que Spot hace sufrir a su amo, al exprimir su corazón de robot, ajeno a las pasiones humanas, y hacerle derramar una lágrima, la primera, de forma que los fanáticos del mundo Trek le consideran no ya una mera mascota con un papel anecdótico en la saga, sino el catalizador de la maduración emocional de Data. En el siguiente vídeo, vemos a Data tratando de adiestrar al minino.

Rebuscando en Internet, hemos encontrado otros morrongos galácticos, como Titan y Atlas, los protagonistas de Cats in Space (Robert & James Dastoli, 2012), cortometraje que traslada la tradicional guerra hogareña entre gatos y roedores a la última frontera, donde ni siquiera llega el repartidor de Whiskas. O como el famoso Gato Jedi, que se defiende del acoso de un par de chuchos con una espada láser en cada mano. Y aunque su ADN no sea cien por cien gatuno, ahí están los ThunderCats, una serie de dibujos animados de los años 80, en la que un grupo de nobles felinos (leones, tigres, panteras, linces, pumas…), procedentes del planeta Thundera, se juega los bigotes luchando contra odiosos mutantes con aspecto de lagartos, chacales, mandriles, ratas…

Las aventuras de todos los gatos anteriores, siendo muy interesantes, palidecen ante las de Jonesy, el octavo pasajero de la nave Nostromo, noveno después de que se subiera el alienígena. En realidad, cualquiera que vea Alien con ojos atentos, ojos de gato, se dará cuenta de que Jonesy no es ni el octavo, ni el noveno pasajero, sino el primero, el auténtico protagonista de la película. No aparece mucho, es verdad, pero sus intervenciones son clave, bien para aliviar la tensión o bien para incrementarla hasta extremos desgarradores, de zarpazo por la espalda. En el minuto 22, casi 23, lo vemos por primera vez, acicalándose a lametones mientras Ripley (Sigourney Weaver) trata de descodificar el mensaje de la nave extraterrestre. Es una interpretación magistral. Transmite confianza absoluta. Si hubiera algún problema, no se estaría atusando tan pancho, sino meneando la cola nerviosamente u orientando las orejas como radares, porque un gato es básicamente eso, un detector de situaciones potencialmente desagradables alimentado por una corriente continua de caricias y croquetitas. Desde luego, viéndole, nadie puede pensar que lo que aguarda al equipo de exploración es una bodega llena de monstruosos huevos Kinder, con sorpresa nada dulce dentro.

Jonesy en el puente de mando de la nave Nostromo.

Jonesy, tan pancho en la 'Nostromo', mientras sus compañeros humanos descubren los huevos alienígenas.

Diez minutos después, cuando ya se ve que sí, que hay problemas, Jonesy vuelve a aparecer tan tranquilo, ahora en brazos de Ripley, restando de nuevo dramatismo a la situación, como diciendo: “Calma, amigos, volver de un paseo espacial con un centollo alienígena aferrado a la cara, como ha vuelto Kane (John Hurt), son gajes del oficio, lo normal en estos casos”. Es el típico personaje que no pierde jamás la compostura y que barruntamos que sobrevivirá al resto precisamente por eso.

El momento estelar de Jonesy, sin embargo, llega al cumplirse una hora de película, cuando Ripley y los ingenieros Parker (Yaphet Kotto) y Brett (Harry Dean Stanton) están buscando al bichejo extraterrestre por las tripas de la Nostromo y el gato sale escopetado de un escondrijo, dándoles un susto de infarto triple. Toda la escena siguiente, Jonesy es el protagonista invisible. Oímos sus maullidos, vemos a Brett llamándole (“Ven aquí, gatito…”) y prácticamente contemplamos con sus ojos cómo la babosa y ya crecidita criatura liquida a este último con parsimonia, casi gustándose. Curiosamente, lo primero que dijo el actor Harry Dean Stanton al entrevistarse con Ridley Scott era que odiaba las escenas de ciencia ficción y las películas de monstruos. Al director le hizo mucha gracia aquello y, viendo el final que le reservaba a su personaje, se comprende por qué.

Nuestra pequeña estrella tendrá todavía otros dos momentos de gloria. Cerca del final, cuando Ripley se prepara para abandonar la nave en la lanzadera y busca a Jonesy para meterlo en su caja, éste sale como un rayo de detrás de un asiento, dándole a la teniente y al espectador un nuevo susto padre. Poco después, en medio de un jaleo infernal de sirenas, chorros de vapor y cuentas atrás, el xenomorfo se acerca a la caja donde ya está Jonesy encerrado y, en un gesto enternecedor, que nos hace pensar en otros malos malísimos amantes de los gatos, como Blofeld o Gargamel, le dedica una sonrisa –tal parece la mandíbula acerada del monstruo, herida por la luces de emergencia de la nave a punto de autodestruirse– y le perdona la vida. Es también, no hace falta decirlo, una puerta abierta que dejan los guionistas, porque una vez aniquilado el demonio extraterrestre, a todos nos cunde la sospecha de que el gato puede llevar dentro su semilla revientapechos, y no es para pensar otra cosa mejor, después de lo que hemos visto.

Para los que, además de gatófilos, son cinéfilos, el making of de Alien ofrece un par de curiosidades relacionadas con Jonesy. La primera es que, para dar vida al personaje, se utilizaron, no uno, ni dos, sino cuatro gatos, sabia previsión cuando se trabaja con un animal que rara vez hace lo que de él se espera, menos aún lo que se quiere y nunca lo que se le obliga. Y la segunda es que, a los pocos días de rodaje, se descubrió que Sigourney era alérgica a la mezcla de pelo de gato con la glicerina usada para simular el sudor que chorreaba por todos los poros la aterrorizada tripulación. Bastó eliminar este producto para que la actriz pudiera seguir trabajando con gatos. Con los cuatro.

Ripley abraza a Jonesy

Nadie diría, viendo esta foto del rodaje, que Sigourney era alérgica al pelo de gato. El truco era sudar poco.

Siete años después del estreno de Alien y 57 despúes de que Ripley y Jonesy se sumieran en el hipersueño a bordo de la lanzadera a la deriva, los dos únicos supervivientes de la Nostromo fueron rescatados justo a tiempo para participar en la secuela Aliens, el regreso (James Cameron, 1986). Increíblemente, a Ripley la convencen para que vuelva a LV-426, el planetoide donde encontraron los huevos alienígenas hace más de medio siglo y donde (mira que el universo es grande) ha ido a establecerse una colonia humana que no da señales de vida; una misión que acepta para recuperar la licencia de vuelo (perdida tras el siniestro total de la Nostromo) y para hacer frente a sus temores, la típica chorrada psicoanalítica que funciona en los guiones de Hollywood. Algo, sin embargo, sí parece haber aprendido: que el espacio no es lugar para gatos. “Y tú no te preocupes –le dice a Jonesy–: te quedarás aquí”. La verdad es que, muy preocupado, nunca se le vio.

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3 respuestas a Gatos viajeros (III): Jonesy, el noveno pasajero

  1. A este lindo gatito, fijo que no le amedrentaba mi perra juguetona. Como les pasa a mis dos mininos. Y ella sólo quiere jugar… Como el alien, jejeje.

  2. La Gatera dijo:

    Por cierto, venimos de La Gatera de Rumbo, por si sentís curisidad ;)

    ¡Ronroneos!

  3. La Gatera dijo:

    Nos encantó el blog, especialmente las entradas dedicadas a gatos viajeros. En concreto, esta sobre el bueno de Jonesy nos ha sido muy útil a la hora de hablar de este gato del espacio en nuestra Gatera. Gracias por un trabajo tan bien hecho, nos apuntamos a seguiros y esperamos ansiosos más entregas sobre gatos trotamundos.

    ¡Saludetes gatunos!

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