Tren de los Lagos (Lleida): el vecino lento del AVE

Tren de los Lagos (Lleida)

El tren pasa junto al embalse de Cellers, al que la neblina y los carrizales hacen parecer un lago natural.

Un viejo ferrocarril para viajeros sin prisa sube tres veces al día desde la ciudad de Lleida hasta la localidad pirenaica de La Pobla de Segur por las abruptas riberas del Segre y del Noguera Pallaresa. Jalonan la vía pueblos medievales, desfiladeros de medio kilómetro de profundidad y cuatro grandes embalses, que parecen lagos de montaña, de ahí el nombre del tren. Comparte la estación de Lleida con los trenes de alta velocidad. Es lo único que tiene que ver con ellos.

Todos los días, de la estación de Lleida salen disparados ocho o nueve trenes AVE con destino a Madrid, los cuales efectúan el trayecto de 460 kilómetros en poco más de dos horas, a una velocidad media de 220. De la misma estación parte el ferrocarril que lleva, en casi el mismo tiempo, a La Pobla de Segur. Ahí acaban, empero, las coincidencias entre aquéllos y éste: en vez de una reluciente máquina Alstom o Siemens, es un cuadradote y más que veterano automotor nacional de la serie 592. Y en lugar de un largo y suave viaje rectilíneo, con una sola parada intermedia, cual hace el AVE, es un ajetreado recorrido de 89 kilómetros, con 17 estaciones, 21 pasos a nivel, 31 puentes y 41 túneles, culebreando por las orillas salvajes de los ríos Segre y Noguera Pallaresa, y por los abismáticos congostos del macizo del Montsec, a un ritmo endiablado de 40 kilómetros por hora.

La verdad es que la inmensa mayoría de los pasajeros no va más allá de Balaguer, población grandecita (16.300 habitantes) y próxima a la capital (30 kilómetros), para la que esta antigualla diésel hace las veces de Cercanías. Pero barajados con los estudiantes y los obreros somnolientos, hay siempre un puñado de individuos que permanecen clavados en sus asientos hasta la última estación, contemplando con los ojos como platos los desfiladeros de más de medio kilómetro de profundidad por los que se abre paso el convoy y los cuatro grandes embalses que han dado nombre a tan insólita línea: el tren de los Lagos. En tiempos de alta velocidad ferroviaria y vísperas de levitación magnética, viajar en un tren que va más lento que una bici y cuesta menos que ir al cine es una gozosa, atípica, diferenciadora y selecta forma de hacer turismo. Sólo para unos pocos.

Tren de los Lagos (Lleida)

El Segre enhebra un arruinado puente medieval cerca de Camarasa. Detrás, las crestas rojizas del Mont-Roig.

Fue durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), período fértil en extravagantes proyectos ferroviarios, cuando se pensó en construir una vía que comunicara Andalucía oriental con Francia pasando por Lleida. Luego el plan se redujo a unir Lleida con Francia y, finalmente, la línea no pasó de La Pobla de Segur. De acuerdo: La Pobla no es Francia, pero ha dado dos ministros (Cortina Mauri y Josep Borrell) y un futbolista internacional (Carles Puyol), mientras que otros pueblos pirenaicos de su tamaño (3.169 habitantes) sólo dan vacas. Tampoco el tren de los Lagos es el Orient-Express, sino una modesta línea sin electrificar que sobrevive en manos de Ferrocarrils de la Generalitat, ofreciendo ocho servicios diarios a Balaguer y tres a La Pobla. No obstante, algunos días señalados de abril a octubre, los vagones son tirados por una locomotora a vapor, lo cual le da un punto distinguido y aún más anacrónico a este tren, ajeno por completo a la moderna manía de ir deprisa.

La primera media hora, hasta llegar a Balaguer, el tren corre (aunque quizá el verbo correr sea un poco excesivo) por la Plana del Segre, paraíso bien regado, podado y alineado de peras blanquillas y limoneras, manzanas y melocotones, nectarinas y ciruelas. Josep Pla era de la opinión que, al atardecer, cuando los melocotoneros fingen un millón de soles, es cuando más bella se ve esta llanura. Sin embargo, cuando de verdad empieza a ponerse interesante el paisaje es al rebasar Gerb y bordear el primer embalse del recorrido, el de Sant Llorenç de Montgai, que está en un entorno abrupto y boscoso, de buena querencia del quebrantahuesos, el águila perdicera y el urogallo.

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El pueblecito de la Baronía de Sant Oïsme y el embalse de Camarasa, vistos desde el tren de los Lagos.

Enseguida se arriba al primer y más largo túnel: 3,5 kilómetros a través de una escarpada montaña de roca rojiza a la que llaman, por eso mismo, Mont-Roig. Bajo las faldas de esta giganta colorada, en una garganta digna de un grabado de Doré, el Segre se tropieza con el Noguera Pallaresa. Desde las tripas de la giganta, el tren se despide del primer río para seguir su viaje por la margen occidental del segundo, que a la salida del túnel aparece represado en el embalse de Camarasa, un espejo de 20 kilómetros en el que se reflejan La Baronía de Sant Oïsme y la estación de Àger.

La Baronía de Sant Oïsme, vista desde el tren, parece un Belén navideño, con su pequeño castillo del siglo XI, su iglesuela románica coronada por una torrecilla de aire lombardo y sus cuatro casitas colgadas sobre las aguas verdes del embalse. También es muy curioso de ver Àger, pero para hacerlo hay que volver otro día en coche, porque el pueblo queda a nueve kilómetros de la estación. Además de su colegiata milenaria y de su trazado urbano típicamente medieval, Àger puede presumir de sus cielos impolutos, que por algo han instalado en sus vecindades el Parque Astronómico del Montsec. Este centro dispone de dos grandes telescopios, de un celóstato para ver imágenes del sol en tiempo real y de una veintena de instrumentos portátiles. Cuenta además con una gran exposición permanente y con el denominado Ojo del Montsec, que es la estrella (nunca mejor dicho) del lugar: un planetario digital multimedia con una cúpula móvil de 12 metros de diámetro, que permite a grupos de hasta 70 personas contemplar recreaciones del firmamento actual o de cualquier época, así como observar directamente el cielo libre de contaminación lumínica de la zona.

Tren de los Lagos (Lleida)

Este viejo ferrocarril atraviesa parajes bellísimos, inaccesibles de otro modo, salvo caminando (y mucho).

El macizo del Montsec, sobre el que descuellan las cúpulas del observatorio, es un monstruoso paredón vertical de anaranjada roca caliza, 1.100 más alto que Àger, al que los dos Nogueras, el Pallaresa y el Ribagorzana, han dado sendos tajos limpios y profundos, hasta la misma base, como si en lugar de dulcísimas aguas pirenaicas llevaran ácido sulfúrico. El tajo más famoso e hipnotizador es el congost o desfiladero de Mont-rebei, en el Noguera Ribagorzana, cuyas paredes de medio kilómetro de altura distan sólo 20 metros en algunos puntos y cuyo único camino es una vieja y estrecha senda de herradura excavada en la roca que produce un pelín de vértigo. Desde la ermita de la Pertusa, un nido de águilas románico sobre el embalse de Canelles, se accede en un par de horas por sendero bien señalizado hasta el corazón del congost. Y en media más, por la senda vertiginosa, hasta el puente colgante sobre el barranco Fondo, donde suele darse la vuelta.

El otro gran desfiladero del Montsec es el de Terradets, un cañón de 600 metros de profundidad que, a diferencia del de Mont-rebei, se puede recorrer sentado, pues por él se cuela el tren al poco de dejar la estación de Àger. Es menos salvaje, pero más cómodo. Al salir por el extremo contrario, ya en la vertiente norte del macizo, se descubre el embalse de Cellers, bordado de carrizales que lo hacen parecer un lago natural. Y, nada más pasar Tremp, el de Sant Antoni, que es el segundo mayor embalse de Cataluña, después del de Rialb, con una presa que, en 1916, cuando se levantó, era la más grande de Europa. En verano se llena de bañistas, pédalos, piraguas, veleros y esquiadores acuáticos. En invierno, en cambio, su agua corta como una guadaña y no se ve un alma.

Tren de los Lagos (Lleida)

A bordo, es difícil prestar atención a otra cosa que no sean los bellos paisajes que baña el Noguera Pallaresa.

Tampoco se ve demasiada gente en Salàs de Pallars, penúltima parada del tren de los Lagos. Salàs, que en su día tuvo una feria de ganado de primer orden, concurridísima, a la que venían tratantes hasta de Albacete a comprar las robustas mulas catalanas, hoy es un pueblo silencioso que vive del recuerdo. O ésa es la intención. Para atraer al turismo se han rehabilitado y ambientando con miles de artículos originales cinco antiguas tiendas (barbería, farmacia, estanco, bar y ultramarinos) en distintos lugares de la población; tiendas en las que el estupefacto visitante puede encontrar de todo, desde el “supermasaje” Barça, un after-shave “científicamente vitaminado” de los tiempos de Kubala, hasta la primera fregona del mundo, marca Rodex, que inventó un español en 1958. En lo que fue la escuela del pueblo, se encuentra ahora el Centro de Interpretación del Antiguo Comercio, que sirve como lugar de recepción de visitantes y como sala de exposiciones temporales, algunas de ellas muy modernas y atrevidas, que no desentonarían en absoluto en una gran ciudad.

En La Pobla de Segur, el tren de los Lagos permanece un par de horas hasta emprender el regreso. No es mucho tiempo, pero suficiente para visitar Casa Mauri, el espectacular complejo modernista con mansión torreada y molino de aceite que ocupan el Ayuntamiento y la Oficina de Turismo. El Mauri que hizo esta casa no fue el ministro Pedro Cortina Mauri, sino el constructor Ramón Mauri i Arnalot, casi igual de importante. Si no se va a volver a Lleida de inmediato, en la otra orilla del río hay un museo dedicado a los raiers o almadieros, los hombres que bajaban estos rápidos gobernando una multitud de pinos y abetos. Las presas se convirtieron en un obstáculo insalvable para aquellos trenes flotantes, pero dieron sentido y belleza a este otro tren, el de los Llacs.

Tren de los Lagos (Lleida)

El embalse de Camarasa es uno de los cuatro grandes represamientos que bordea el tren de los Lagos.

Horarios y tarifas. Hay trenes de Lleida a La Pobla de Segur todos los días a las 9.10, 13.45 y 20.30, y en sentido contrario a las 6.40, 12.56 y 18.05. El recorrido es de una hora y 50 minutos. El billete sencillo cuesta 5,65 euros y el de ida y vuelta, 10,20. Dormir. Zenit Lleida (Lleida; 973 229 191): moderno hotel de cuatro estrellas al lado de la estación, con restaurante de platos llamativos y precios bastante ajustados. Casa Blasi (Sant Esteve de la Sarga; 973 252 244 y 639 325 847): casa de 1870 situada muy cerca del desfiladero de Mont-rebei, con amplio jardín y comidas con productos de la huerta; una opción muy económica. Casa Roca (Sant Martí de Barcedana; 973 651 070): habitaciones espaciosas con vistas al Montsec, en una casa de pueblo llena de rincones evocadores; tiene piscina y restaurante de cocina tradicional (escudella, guiso de cordero con setas, chuletas de cerdo con hierbas y miel…) La Rectoría (Guàrdia de Noguera; 973 650 042 y 679 219 442): hotel rural con terraza, piscina y buen restaurante, cerca del desfiladero de Terradets. Casa Leonardo (Serantes; 973 661 787): posada centenaria en las vecindades de La Pobla de Segur, rehabilitada por una familia encantadora, con contundente cocina de la abuela; sin duda, el mejor alojamiento rural de la comarca. Comer. Monestir de Les Avellanes (Os de Balaguer; 973 438 006): cocina tradicional y de vanguardia, en un impresionante cenobio fundado en 1166, con claustro románico e iglesia gótica; dispone de hospedería. Restaurante del Llac (Cellers; 973 651 120 y 973 651 355): cocina de autor con productos de temporada, en un comedor con vistas al embalse de Cellers. Sole (La Pobla de Segur; 973 680 452): en el hotel homónimo, junto a la estación y dominando un hermoso panorama del embalse de Sant Antoni; especialidad en paella de montaña, truchas, asados y caza. Más información. Turismo de Lleida: 902 101 110. Tren de los Lagos: 932 051 515.

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4 respuestas a Tren de los Lagos (Lleida): el vecino lento del AVE

  1. pilar dijo:

    Precisamente buscando información sobre un tren lento suizo
    he dado con este maravilloso paisaje y aquí estoy , buscando
    la manera de organizar un recorrido por toda esa bella zona.

  2. Hace un tiempo tuve la suerte de viajar en este tren cuando fui a pasar unos días en una casa de turismo rural en la zona del Pallars en el Pirineo de Lleida, Cal Soldat. Os recomiendo totalmente esta ruta porque es una de las más preciosas que existen! Un tiempo antes estuve viajando en un tren turístico de montaña en Suiza y el trayecto no fue, ni de lejos, tan bonito como este.
    Saludos,
    David

  3. Bos días Andrés:
    Cuando se editó tu libro, en 2000, de Madrid en Cercanías, viajé por todas las rutas que indicabas tan bien detalladas. Aquí, en ésta, vuelves a realizar uno de tus acostumbrados viajes en esos trenes claros y gratos, nuevamente tomo nota para seguir tus viajes. Han transcurrido doce años desde aquella publicación, o de cuando escribías en El País y siguen teniendo, todas ellas, ese fácil y entrenido lehguaje con el que divulgas tus periplos. ¿Pero, qué ha ocurrido desde esta última publicación tuya aquí? Como en mi blog, por falta de tiempo, tuve que dejarlo en privado y continuar con mis cosas personales. Supongo que en cuanto el tiempo me sea propicio volveré a retomarlo. Así supongo que el tuyo volverá?
    Breves saludos
    Deica logo amicus…

  4. Este mediodía, camino de Toulouse, he sobrevolado esos embalses y esos desfiladeros. Un placer poder leer por la noche este magnífico reportaje que nos lleva a conocer una de las líneas férreas más hermosas de España, afortunadamente aún en uso.

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